Gingerbread men decorados con glasa como esqueletos
Se avecina Halloween, esa época en que todo es de color naranja y encontramos calabazas hasta en la sopa, pero que también nos trae dulces ricos y divertidos, como estos gingerbread men u hombrecillos de jengibre decorados con glasa como esqueletos, que hemos preparado con este cortador.
El gingerbread o pan de jengibre es una masa de repostería que debe su nombre a estar aromatizada con jengibre (ginger). El nombre gingerbread abarca realmente una amplia gama de preparaciones, desde bizcochos a galletas duras, que se caracterizan por el tipo de especias que llevan y por el color oscuro que deben al uso de melazas o azúcar moreno. Su origen parece ser muy antiguo, y hay quien atribuye su introducción en Europa a un monje armenio en el siglo X.
Los dulces de gingerbread son muy populares en Centroeuropa, Europa del Este, Escandinavia y el Reino Unido. De la vieja Europa saltaron el charco a los Estados Unidos, desde donde nos llegan todas las modernas adaptaciones de esta masa a la celebración de la popular fiesta de Halloween. En este caso utilizamos los tradicionales hombrecillos de jengibre para hacer esqueletos con glasa.
Gingerbread men decorados como esqueletos
Ingredientes
- 350 g de harina de repostería
- Una cdta. de bicarbonato sódico
- Una cdta. de canela
- 2 cdtas. de jengibre seco molido
- 125 g de mantequilla ablandada
- 175 g de azúcar moreno
- Un huevo mediano
- 4 cdas. de miel o melaza
- Una clara de huevo
- Un pellizco de sal
- 200 g de azúcar glas
Elaboración
- Tamizamos la harina con el bicarbonato, el jengibre y la canela. Lo ponemos todo en un bol grande; si tenemos un robot, pues en su correspondiente vaso.
- Agregamos la mantequilla y mezclamos bien hasta tener una masa arenosa. Añadimos el azúcar y mezclamos otra vez.
- En otro bol batimos el huevo con la melaza o miel, para que se mezclen un poco. Añadimos el líquido a la mezcla arenosa y mezclamos, a mano o en robot, hasta que cohesione.
- Sacamos la masa del bol a un plástico de cocina, la aplastamos en forma de torta, la envolvemos bien y la dejamos reposar una hora.
- Ponemos el horno a calentar a 180º (sin aire) y preparamos unos papeles de hornear o unas placas de silicona.
- Enharinamos la encimera a conciencia con un colador o tamiz, y estiramos la masa con el rodillo bastante finita, hasta unos 3-4 mm. Con un cortador de gingerbread man cortamos muñecos, intentando aprovechar al máximo la masa que tenemos. Vamos levantando los muñecos, con ayuda de una espátula, y poniéndolos sobre el papel de hornear o silicona. Juntamos los recortes y los podemos volver a estirar para seguir cortando.
- Horneamos los muñecotes 12-15 minutos, hasta que estén dorados. Los sacamos a enfriar sobre rejilla. Cuidado al transferirlos, porque en caliente están un poco blandos, se endurecen al enfriar.
- Preparamos la glasa con la clara de huevo y el azúcar glas. Ponemos la clara de huevo en un bol, añadimos el pizco de sal y batimos con varillas para que espume. Añadimos la mitad del azúcar y batimos a velocidad media-alta, hasta que vaya cogiendo consistencia. Vamos añadiendo cucharada a cucharada el azúcar restante hasta casi acabarlo y comprobamos la consistencia, de la que ya hablamos en el artículo de la técnica para hacer glasa con albúmina.
Os aconsejo que para hacer la cosa más llevadera hagáis los muñecos un día, los guardéis en una caja metálica, y os pongáis con la glasa al día siguiente. Al menos a mí me cansa menos que si intento hacerlo todo el mismo día. Que difíciles no son, pero laboriosos son un rato estos gingerbread men decorados con glasa como esqueletos. Pero la cara de los peques de la casa cuando los vean ¡no tendrá precio!