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Cómo hacer crepes paso a paso


Cómo hacer crepes paso a paso

Creo que a estas alturas todos conocemos las crepes, nombre francés (pero españolizado, sale en el Diccionario de la Real Academia) que designa a unas tortas finas hechas con una mezcla de huevos, leche o agua y harina, con diversas variaciones y aromatizantes. Pues bien, en este artículo os vamos a enseñar cómo hacer crepes, porque son fáciles y una vez que las probéis en casa, repetiréis. Además gustan a niños y grandes.

Las crepes sobre todo les suenan a los amigos del norte, porque en Galicia, León, Asturias y Cantabria se preparan tortas similares, las filloas y los frixuelos, que como mínimo están… más ricos que los crepes. La receta que os damos en este artículo es una receta base, que se puede variar según queramos hacer las crepes dulces o saladas, y que también se puede aromatizar al gusto.

Para hacer las crepes los expertos recomiendan tener una sartén exclusivamente dedicada a este menester, o incluso dos sartenes para hacerlas más rápido a dos manos. Hoy día existen una cómodas sartenes antiadherentes, de fondo fino que se calienta enseguida y que dan muy buen resultado. En las creperías cocinan las crepes en unas planchas eléctricas especiales, llamadas creperas, redondas y planas, donde se hacen en un pis pas. Las extienden con una especie de espátula de madera que les permite dejar la crepe finísima y homogénea, pero para ello es conveniente que sea una plancha o sartén sin reborde externo.

Usaremos tres huevos medianos, 1/4 litro de leche, un pellizco de sal, dos cucharadas de aceite de oliva y 130-140 g de harina floja; con estas cantidades deben salir entre 9-12 crepes. Si os salen menos es que os han quedado demasiado gordas… Estos ingredientes se mezclan todos, los batimos hasta que no queden grumos y dejamos reposar la papilla media hora como mínimo. Si queremos hacer crepes dulces añadimos una cucharada de azúcar a los ingredientes anteriores. Si hacemos crepes saladas también podemos sazonarla con pimienta, nuez moscada o hierbas.

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Calentamos bien la sartén a fuego medio; cuando esté caliente ponemos un pegote de mantequilla o hacemos como hacen en el norte, untar un poco de tocino para engrasar la sartén. Tendremos la masa reposada ya preparada en una jarra o un bol con pico que nos permita verterla cómodamente en la sartén.

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Con la sartén bien caliente verteremos lo equivalente a un cucharón y rápidamente inclinaremos la sartén en todas las direcciones para que se reparta la masa perfectamente hasta formar un redondel que ocupe todo el fondo. Cuesta un poco atinar con la cantidad de masa exacta para cubrir todo el fondo de la sartén, pero es cuestión de práctica. Si añadís en exceso siempre se puede escurrir lo que sobre de masa sobre la jarra, poniendo la sartén vertical sobre ella. Lo suyo es que la crepe quede muy fina.

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Cocemos la crepe por una cara hasta que se tueste, la señal es que los bordes empiezan a despegarse de la sartén. Con una espátula fina le damos la vuelta con cuidado y la cocemos por la cara opuesta unos segundos tan solo. La pasamos a un plato grande y la tapamos con un paño para que mantenga el calor.

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Vamos haciendo el resto de la masa por el mismo procedimiento, y apilando las crepes una sobre otra en el plato, lo que ayuda a que mantengan el calor y queden blanditas. No tienen por qué pegarse. Una vez acabada la masa  podemos rellenarlas de inmediato y enrollarlas o doblarlas en cuartos o por la mitad, como más nos guste. Hay muchos a los que les encantan tan solo espolvoreaditas de azúcar.

Referencias:

Crêpes et galettes. Raymonde Charlon. Editions Ouest-France.

Un consejo si os sobran crepes (aunque lo encuentro raro con lo ricas que están): rellenadlas con todo tipo de restos si son saladas, las enrolláis, las ponéis en una fuente y las gratináis con bechamel o con queso por encima. Riquísimas. Y otra forma de aprovecharlas que me encanta es cortadas en finas tiritas y añadidas a un caldo, son unos tropezones muy ricos en plan tallarín. Si sabéis cómo hacer crepes disponéis de un auténtico básico de la cocina, sabrosísimo y muy versátil.

Miriam

Traductora de inglés a español y química durante 15 años en una vida anterior. Vivo en un pueblecito cerca de Madrid, Galapagar, y trabajo en casa; soy una gran afortunada. Tengo pareja y dos niños con poca sensibilidad gastronómica. De momento. Pero por lo que estoy aquí es por mi afición a la cocina en general y a la repostería en particular, que me viene de familia, de mi madre y de mi abuela paterna. Y esta afición me ha llevado, además de a tener un blog de cocina con el que me lo paso pera, El invitado de invierno, a impartir algún que otro curso de cocina en la escuela de Madrid La Cocina de Babette.