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Roscos fritos de Semana Santa


Roscos fritos de Semana Santa

No hay nada mejor que los dulces de Semana Santa y, de entre todos ellos, mis preferidos son estos roscos fritos. Y ¿por qué digo estos? Pues porque roscos hay muchos pero como los de mi abuela…¡ninguno!

He sido siempre muy «dulcera», muchísimo. En mi casa el dulce no entra con frecuencia por el peligro que conlleva pero, cuando era pequeña, estos roscos me los comía de dos en dos sin ningún sentimiento de culpa. Estos roscos fritos son típicos de mi provincia y, para ser más exactos, del pueblo de Guadix. Existen muchísimas variaciones, tantas como familias, la nuestra es una de las más “light” ya que los hacemos con poco azúcar y pequeñitos, pero depende del gusto de cada cual se puede añadir más azúcar a la masa.

Como todos los fritos, lo mejor es disfrutarlos el mismo día de la preparación pero, si sobran, se pueden conservar unos días en una caja de lata con cierre hermético.

Roscos fritos de Semana Santa

Ingredientes (para unos 30 roscos):

  • La cáscara de 1 limón Bio
  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 huevos
  • 4 cucharadas de leche
  • 6-8 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharadita de levadura en polvo
  • 300 g de harina de repostería (aprox.)
  • Aceite de girasol para freír

Elaboración:

  • Pelamos el limón teniendo cuidado de no llevarnos la parte blanca que puede dar un poco de sabor amargo. Ponemos el aceite de oliva en una sartén y freímos la corteza. Apartamos del fuego y dejamos enfriar completamente. En un cuenco abrimos los huevos y los batimos.

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  • Añadimos el azúcar (yo he puesto solo 6 cucharadas porque en casa no nos gustan demasiado dulces; se puede aumentar hasta 8 cucharadas) y la leche.

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  • Incorporamos la levadura en polvo y el aceite frío de haber frito la corteza del limón. Batimos bien hasta que los ingredientes estén bien amalgamados.

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  • Empezamos a añadir la harina, poco a poco, a cucharadas. Al principio podremos mezclar con una cuchara o un tenedor. Poco a poco se irá formando una masa. Añadiremos harina hasta obtener una masa consistente, lisa y maleable.  Resultará aún un poco pegajosa, no demasiado dura. La amasamos un poco encima de una mesa.

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  • Ponemos a calentar abundante aceite de girasol en una sartén. La temperatura es importante para que se frían bien por dentro y por fuera, quedando dorados y sin quemarse. Lo mejor es controlarla con un termómetro, la temperatura ideal va de 150 a 160 ºC como máximo. Por encima de esa temperatura es fácil que se nos abran y que se doren rápidamente por fuera quedando un poco crudos por dentro. Con las palmas de las manos untadas ligeramente de aceite formamos los roscos: tomamos un trocito de masa, hacemos un cilindro y formamos el rosco alrededor del dedo índice. Apretamos bien el cierre para que no se abra durante la cocción.

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  • Freímos los roscos unos 8-10 minutos dándoles la vuelta de vez en cuando para que se frían por ambos lados. Lo mejor para ver si están listos es tomar uno y abrirlo por la mitad. Si está crudo por dentro se ve el «corazón»  húmedo y de un color ligeramente más oscuro.

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  • Sacamos los roscos del aceite y los ponemos a escurrir en un plato con papel de cocina. Dejamos que se enfríen completamente antes de servir.

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La dificultad de estos roscos fritos está en la fritura. Como os comento más arriba, la temperatura no debe ser muy alta (ya que se doran rápidamente fuera quedando crudos por dentro), ni muy baja (porque absorben demasiado aceite). Lo mejor es hacer la prueba con el primero y el resto saldrán ¡perfectos! Si os gustan más dulces, una vez fritos y fríos, se pueden espolvorear con azúcar glas.

Alicia

Granaína de nacimiento y milanesa de adopción. Estudié traducción como quien no quiere la cosa y acabé dedicándome "oficialmente" a la secretaría de dirección. En mis ratos libres me convierto en cocinera y fotógrafa gastronómica y cuento todo lo que hago y como en mi blog A mí lo que me gusta es cocinar. Mi pasión por la cocina nació en mi casa de la mano de mi madre y mi abuela, la locura total vino cuando conocí a mi marido y me mudé al país vecino que me acoge desde finales del 2005. Adoro un buen plato de pasta pero nada me frena ante recetas orientales, dulces americanísimos o tapas al más puro estilo España cañí.