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Bizcocho de calabacín y dátiles


Bizcocho de calabacín y dátiles

Este bizcocho de calabacín y dátiles es la monda porque además de no darte mucho cargo de conciencia, solo lo justo, está riquísimo. Imagínatelo: la jugosidad del calabacín y los dátiles para endulzar, buenas harinas integrales y una deliciosa cobertura crujiente de semillas. Y no lleva ni azúcar ni mantequilla, que es de lo que se trata en el libro del que procede, Sin azúcar ni mantequilla. Sí, mi libro (inserten ojitos corazonados).

Los dulces de este libro no son muy dulces, para reducir siempre la cantidad de endulzante; os lo aviso porque a muchos os parecerán poco dulces, pero todos los nutricionistas más respetables nos insisten hoy día en que tenemos que desacostumbrarnos un poco del sabor dulce. Para endulzar este bizcocho tenemos dos opciones: usar dátiles troceados o usar un edulcorante como este de estevia con xilitol, con índice glucémico 7 y que da muy buen resultado en el horno. Asimismo, la compota de manzana sirve para dar jugosidad y algo de sabor dulce; la podéis hacer en casa troceando dos o tres manzanas y cociéndolas sin azúcar, solo con un poco de zumo de limón, hasta que se consuma y espese.

Está muy de moda usar dátiles para endulzar, es buena idea siempre que no los trituremos a tope y dejemos algo de trabajo a nuestro sistema digestivo, y que no pongamos una tonelada de este calórico fruto. Eso no es sano, queridos. Tened en cuenta que el bizcocho queda más esponjoso con el edulcorante que con los dátiles, pero tenéis ambas opciones a vuestra disposición.

Receta de bizcocho de calabacín y dátiles

Ingredientes (para molde cuadrado de 22,5 cm):

Elaboración:

  • Pesamos en la báscula las harinas integrales y las ponemos en un bol. Medimos la levadura química y las especias, y las añadimos a la harina, así como la sal. Mezclamos con unas varillas y reservamos.
  • Cortamos los dátiles si vamos a usarlos para endulzar. Los ponemos a remojar en un poco de agua caliente y reservamos.

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  • Cascamos los huevos y separamos las claras de las yemas; reservamos las claras en un bol para montarlas luego a punto de nieve.
  • Mezclamos las yemas con la compota de manzana densa, el aceite de oliva virgen y los dátiles troceados y escurridos del agua, si los usamos.

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  • Agregamos los sólidos a los líquidos y homogeneizamos a mano, con batidora o con robot.
  • Rallamos los calabacines lavados al tamaño que se ve en la foto, más o menos, no tiene que ser exacto, y los mezclamos con la masa anterior.

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  • Montamos las claras a velocidad media alta con batidora o robot, hasta que estén bastante duras. Si usamos edulcorante sólido en lugar de los dátiles para endulzar, vamos añadiéndolo a cucharadas sin parar la máquina, hasta obtener un merengue suave.
  • Mezclamos un par de cucharones de las claras/merengue con la masa de calabacín para fluidificarla un poco y añadimos seguidamente el resto del montado. Mezclamos con movimiento suaves y envolventes de la espátula.

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  • Forramos un molde cuadrado con papel de hornear y vertemos la masa del bizcocho, alisando la superficie. Espolvoreamos la superficie con las semillas al gusto y metemos el molde en el horno precalentado a 190ºC, sin aire.
  • Cocemos el bizcocho 40-45 minutos hasta que esté cocido y doradito; probaremos insertando una brocheta en el centro. Sacamos el pastel, dejamos reposar 10 minutos en el molde y después lo sacamos tirando del papel para pasarlo a una rejilla y que enfríe por completo.

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Cuando esté frío, devoramos sin anestesia este bizcocho de calabacín y dátiles, porque la jugosidad del calabacín casa de maravilla con el punto crujiente de las semillas. Un chute de fibra para tu cuerpo que notarás porque te sentirás suficientemente lleno y satisfecho con una porcioncita de nada.

Miriam

Traductora de inglés a español y química durante 15 años en una vida anterior. Vivo en un pueblecito cerca de Madrid, Galapagar, y trabajo en casa; soy una gran afortunada. Tengo pareja y dos niños con poca sensibilidad gastronómica. De momento. Pero por lo que estoy aquí es por mi afición a la cocina en general y a la repostería en particular, que me viene de familia, de mi madre y de mi abuela paterna. Y esta afición me ha llevado, además de a tener un blog de cocina con el que me lo paso pera, El invitado de invierno, a impartir algún que otro curso de cocina en la escuela de Madrid La Cocina de Babette.