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Trufas heladas de Nocilla


Trufas heladas de Nocilla

Hace unos días llegó a mis manos un libro muy coqueto llamado Las recetas de la felicidad. De la mano del chocolatero Oriol Balaguer y con ilustraciones de Catalina Estrada, recoge 30 recetas con la Nocilla como protagonista. No es un secreto que me gusta la Nocilla. Hace no mucho tiempo ya os presentaba la clásica tarta de galletas y Nocilla vestida de fiesta. Pero ahora las posibilidades de usar esta crema se me multiplican.

Este libro tiene un blog propio donde se van publicando algunas de las recetas que contiene, así que os animo a visitarlo. Son todas recetas sencillas, pero hermosas. Con esta publicación agradezco el gesto que han tenido de mandarme el libro sin pedirme nada a cambio (ni siquiera que dé mi opinión sobre él) y alabo esta forma de hacer marketing: con un recetario de calidad que deja el producto en manos de un gran chocolatero, y que, junto con una también gran ilustradora y un también gran fotógrafo, lo visten con gusto. Toda una fiesta. Ya sabéis, lo bien hecho se vende solo.

Por cierto, que las trufas están buenísimas. En mi opinión, no son aptas para niños (tal vez sí cambiando el chocolate negro por chocolate con leche). Su sabor es muy intenso, rotundo, redondo. Son, como decían en aquel anuncio de chocolate, un «placer adulto».

Aquí, la receta. Yo he triplicado ingredientes. Es que en casa no somos de «trufas degustación». 🙂

TRUFAS HELADAS DE NOCILLA

INGREDIENTES

ELABORACIÓN

  • En un cazo, se lleva a ebullición la nata con la glucosa.
  • En un bol, se mezcla el chocolate rallado con la Nocilla.
  • Se juntan las dos mezclas y se baten bien.
  • Se vierte la crema obtenida en un molde (yo lo he hecho en un molde desmontable redondo de tarta). Se alisa la superficie con una cuchara y se deja reposar unas horas en la nevera hasta que la masa endurezca.
  • Se cortan cuadraditos y se embadurnan en cacao en polvo.
  • Se conservan en el congelador.

Maria Lunarillos

Jiennensa de nacimiento pero tinerfeña de adopción (y corazón), me gusta encender el horno cuando viene lluvia, embadurnarme de harina mientras las gotas de agua golpean en la ventana y dejar que el olor a bizcocho y a tierra mojada impregnen juntos la casa. Soy compleja pero aspiro a ser simple, minimalista por dentro y por fuera. Y busco hacer lo mismo con mi cocina, para quedarme con lo más puro, lo más simple y lo más hermoso, porque la grandeza se esconde en los detalles más pequeños.