Receta de bollos suecos de canela
Sí, queridos, si como a mi madre os gustan las novelas policíacas escandinavas que están tan en boga desde hace unos años habréis leído sin duda sobre los ubicuos bollos suecos de canela. Según cuenta Ibán Yarza en Pan casero, son un icono gastronómico nacional. Así que hoy toca una receta de repostería extranjerizante y con fundamento, en la que podemos emplear nuestras recién adquiridas habilidades de amasado, ejem.
La receta procede del libro de Ibán, aunque siguiendo la sugerencia del panadero sueco Jan Hedh he utilizado tanto canela como cardamomo para aromatizarlos, que según dice este buen hombre es algo que solo se hace en Suecia, no en el resto de Escandinavia. Qué rico, madre. Además, un cardamomo que me trajeron de Ceilán, nada menos. Viva el lujo y quien lo trujo.
Como cuenta Ibán, esta receta es curiosa porque se mezcla la grasa, en este caso mantequilla, al principio con todos los ingredientes. La grasa interfiere con la formación del gluten (consúltese nuestra breve introducción a las harinas de trigo y el gluten), por eso es habitual añadirla a las masas cuando ya se lleva un rato largo amasando, como se suele hacer por ejemplo en los brioches. Me encanta saber estos detalles.
Bollos suecos de canela
Ingredientes:
Masa
- 210 g de leche entera
- 75 g de mantequilla
- 250g de harina panadera
- 140 g de harina de fuerza
- 3-4 g de levadura seca de panadería
- Una cdta. de sal
- 70 g de azúcar
- 1/2 cucharadita de cardamomo (las semillas interiores de las vainas, majadas)
- 1/2 cucharadita de canela
Relleno y acabado
- 100 g de mantequilla
- 100 g de azúcar moreno
- 1 1/2 cdta. de canela
- Un huevo batido para pintar
- Azúcar perlado para espolvorear
Elaboración:
- Calentamos la leche en un bol y le añadimos la mantequilla para que se derrita. Agregamos la levadura y removemos para disolverla.
- Añadimos solo la harina panadera y removemos con un amasador o una cuchara de palo durante cinco minutos. Agregamos entonces todos los demás ingredientes, con la harina de fuerza, y mezclamos con rasqueta. Cuando se ha absorbido toda la harina volcamos la masa en la encimera.
- Amasamos a mano o con robot. Si lo hacemos a mano usamos el método de amasado tradicional. Seguimos la tónica de amasados de 1-2 minutos y reposos de 10-15 minutos, así hasta que la masa pase la prueba de la membrana.
- Cuando la masa esté lisa y elástica hacemos una bola, la ponemos en un cuenco aceitado con el pliegue hacia arriba, la tapamos y la dejamos fermentar. No hace falta que llegue a doblar el volumen. La pasamos a la encimera bien enharinada y la aplastamos con la mano para desgasarla bien, de lo contrario luego nos quedarían grandes huecos en la miga.
- Con un rodillo la estiramos en un rectángulo de unos 20×30 cm, intentando que quede de un grosor uniforme (enharinamos tantas veces como sea necesario para que no se nos pegue en exceso a la mesa). Preparamos el relleno mezclando los ingredientes con una cuchara y lo extendemos por la masa con un cuchillo o una espátula, dejando una franja sin cubrir para que selle. Empezando por el extremo opuesto a esta franja, enrollamos la masa con cuidado, sin apretar demasiado.
- Con un cuchillo muy afilado cortamos el rollo en rodajas de unos 2-2,5 cm. Podemos colocar los bollos en un molde como el de la foto, para hornearlos todos juntos y que se «besen» o sencillamente ponerlos en cápsulas para magdalenas y moldes de muffins.
- Dejamos que fermenten bien tapados, no hace falta que doblen. Pintamos los bollos con el huevo batido y espolvoreamos el azúcar perlado. Los cocemos en el horno a 250º un tiempo corto, 7-9 minutos. Los sacamos a enfriar sobre rejilla.
Como cuenta Ibán, en Suecia hornean la bollería a temperaturas bastante altas, de forma que la corteza se dora pronto y el interior queda blandito. Por aquí estamos acostumbrados a otra cosa, a cocciones más prolongadas a menor temperatura, entre 180º y 200º. Así que estos bollos de canela no solo son un gran acierto en sí mismos (si tenéis niños os harán la ola, eso por no hablar del aroma que queda en casa) sino que suponen un paseo por una gran cultura panadera y repostera como la escandinava. Ahí queda eso.