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Polvorones clásicos de Navidad


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Polvorones clásicos de Navidad

Si no los has hecho nunca en casa, prepara estos polvorones clásicos de Navidad por lo fáciles y el resultado apabullante que dan. Los ricos y humildes polvorones gozan del estatus de Indicación Geográfica Protegida, que marca los ingredientes que deben llevar y sus proporciones.

Los polvorones tienen una composición sencilla: harina de trigo, manteca de cerdo, azúcar y almendra molida. Cuentan que tienen su origen en una época de excedentes de manteca de cerdo y de trigo en la zona de Estepa, provincia de Sevilla, en el siglo XIX para más señas.

En teoría la principal diferencia con la receta de mantecados es que los polvorones deben llevar cierta proporción de almendra y llevan la harina previamente tostada en el horno, lo que contribuye a darles esa consistencia polvorienta tan característica. La receta que usamos está inspirada en una fórmula de Manuel Martínez Llopis, de su libro La Dulcería Española. Para cortar la masa usamos un cortador ovalado y alto para polvorones y mantecados. Y para conservarlos también los envolvemos en unos preciosos papelillos de seda que les dan el toque maestro.

Receta de polvorones en vídeo

Ingredientes (para unos 30 polvorones):

  • 500 g de harina de repostería
  • 250 g de manteca de cerdo ibérico a temperatura ambiente
  • 200 g de azúcar glas
  • 120 g de almendra tostada y molida
  • ½ cdta. de canela molida
  • 1 pizca de sal

Elaboración:

  • Empezaremos por tostar la harina de repostería. La pesamos, la extendemos en una bandeja de horno forrada con papel de horno y la metemos en el horno precalentado a 160ºC (con aire) / 180ºC (sin aire) 15-20 minutos, hasta que veamos que empieza a coger algo de color. En este sentido el grado de tostado va un poco en gustos. Cuando la harina esté tostada sacamos la bandeja y dejamos enfriar por completo.
  • Tostamos las almendras crudas y enteras a la misma temperatura, unos 10 minutos, a mí no me gusta que se tuesten en exceso, es suficiente que empiecen a tomar color. Dejamos enfriar antes de triturarla.
  • Trituramos la almendra en una batidora de vaso potente o en un molinillo de café bien limpio, por tandas. Cuidado con triturarla en exceso, no debe soltar su aceite. Ponemos la almendra molida en un bol o en el bol de un robot con palas.
  • Soltamos un poco con un tenedor la harina tostada, que veremos que estará algo apelmazada después de pasar por el horno. Agregamos el resto de los ingredientes: el azúcar glas, la manteca, la sal y la canela. Mezclamos bien a mano o con un robot con pala hasta que cohesione. Debe quedar una masa blandita, pero que apenas se nos pegue a los dedos.
  • Para formar los polvorones espolvoreamos bien la mesa con harina, extendemos la masa con rodillo hasta un grosor de 1-1,5 cm y cortamos los polvorones con un cortador ovalado para tal fin.
  • Pasamos los polvorones formados o cortados a un papel de horno, que colocaremos sobre una bandeja de horno. El papel de horno nos permitirá pasarlos de la bandeja a la rejilla sin romperlos. Cocemos los polvorones en el horno a 210ºC (sin aire) / 190ºC (con aire), durante unos 12-15 minutos; vigilaremos que no se tuesten demasiado, los sacaremos en cuanto los veamos tostados por los bordes.
  • Los ponemos a enfriar sobre una rejilla, trasladándolos directamente con el papel porque son muy frágiles en caliente (y queman mucho por la grasa caliente), y los espolvoreamos ligeramente con azúcar glas . Hay que esperar a que estén bien fríos para manipularlos y, aún así, hay que hacerlo con muchísimo mimo. Solo entonces los envolveremos en papel de barba o papeles para polvorones. Los conservamos en una caja metálica.
  • Y ya sabéis, para comerlos sin que se desmoronen, los apretamos bien apretaditos con la mano antes de abrir el envoltorio.

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Os digo por propia experiencia que regalar estos polvorones clásicos de Navidad, un regalo comestible, delicioso y artesano hecho con cariño, es garantía de éxito entre parentela y amigos, y más tan perfectamente presentados en sus tradicionales papelillos.

Miriam

Traductora de inglés a español y química durante 15 años en una vida anterior. Vivo en un pueblecito cerca de Madrid, Galapagar, y trabajo en casa; soy una gran afortunada. Tengo pareja y dos niños con poca sensibilidad gastronómica. De momento. Pero por lo que estoy aquí es por mi afición a la cocina en general y a la repostería en particular, que me viene de familia, de mi madre y de mi abuela paterna. Y esta afición me ha llevado, además de a tener un blog de cocina con el que me lo paso pera, El invitado de invierno, a impartir algún que otro curso de cocina en la escuela de Madrid La Cocina de Babette.